Por años la técnica vocal ha sido enseñada a través del ejemplo y las correcciones que da el profesional a su alumno o paciente. El terapeuta o profesor busca que el alumno desarrolle su Esquema Corporal Vocal (ECV), es la apreciación consciente y constante de sus sensibilidades internas fonatorias, desencadenadas por su propio esfuerzo de emisión vocal y perceptible por casi todos los órganos que pone en funcionamiento, desde la musculatura pelviana hasta la región cervical. En base esta percepción del ECV, el sujeto emisor puede regular el funcionamiento de la asociación sensitivomotriz, que engloba a todos los órganos que intervienen en la fonación; y asi, controlar y modificar la emisión y los diferentes parámetros que constituyen el sonido vocal como desee.
Durante la emisión vocal hay varios niveles de feedback o retroalimentación:
Propioceptiva: a través de vibraciones, sensaciones de tensión o relajación muscular profundas, etc; Esta percepción depende de los propioceptores, que reciben sensaciones de los músculos, tendones y articulaciones, y las trasmiten al sistema nervioso central.
Auditiva: el paciente puede obtener información a través de la vía auditiva, en relación a qué está ocurriendo con su voz. El retorno de la voz dependerá de la acústica y de las salas que se utilizan, en el caso de ser deficiente es recomendable que se utilice un monitor (para controlar la calidad de la voz, intensidad, afinación, etc.)
El alumno o paciente también puede apoyarse en la retroalimentación visual: por lo general se utiliza un espejo donde éste puede ver la posición de su cuerpo, los órganos articulatorios, etc.
Apoyándose en la retroalimentación el paciente cumple un rol activo en su recuperación, utilizándola como método de autocontrol. Aprende a modificar su técnica vocal, para poder mantenerla o adecuarla según su necesidad.
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